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Los hábitos de lectura pueden activar nuevas redes neurales y ayudar a niños a reducir el riesgo de Dislexia

La Dislexia, la discapacidad de lectura más común, afecta entre el 5% y 10% de la población. Es en parte hereditaria y alrededor de un 50% de los niños con antecedentes familiares, tienen el riesgo de desarrollarla.


El término dislexia para muchos es conocido, sin embargo, pocos aparte de los que la padecen ya sea a nivel personal, por medio de sus hijos o de algún familiar saben de que se trata. Algunos incluso la confunden con un problema de visión.

La dislexia es en realidad una condición basada en el cerebro humano que afecta las capacidades de lectura, ortografía, escritura y algunas veces hasta el habla. A los afectados les cuesta reconocer y procesar cierto tipo de información, lo cual puede dificultar su rendimiento académico y hasta su manera de relacionarse con otras personas.

La dislexia se considera una condición de vida, por lo cual, al crecer no se supera, lo que si se hace es utilizar estrategias que nos permitan llevarla y superarla de la mejor forma posible.

Pero hay buenas noticias, un estudio reciente realizado por neurocientíficos del Gaab Lab a 50 niños de kínder en los Estados Unidos, 29 de los cuales tenían antecedentes de dislexia en sus familias, demostraron que es posible reducir los efectos de padecer esta condición, si se trabaja el desarrollo de hábitos de lectura a edad temprana.

Las redes que rigen las habilidades para el procesamiento fonológico indispensables para la lectura, por lo general existen en el lado izquierdo de nuestro cerebro, sin embargo, scanners realizados a la población estudiada, mostraron que aquellos niños que contaban con antecedentes familiares de dislexia y que se sabe que tienen esta parte un poco menos desarrollada que el resto, lograron mediante la estimulación a leer, activar zonas del cerebro derecho al parecer como una forma de compensación natural.

Aunque aún se sigue investigando el tema y nada esta confirmado, todo pareciera indicar que padres y profesores al leer libros en conjunto, enseñarles el alfabeto y jugar a conectar historias, ayudan a los pequeños a desarrollar nuevas redes neurales que podrán reducir los efectos de la dislexia en años posteriores. También se recomienda el apuntarlos a clases de música, ya que son una conexión perfecta entre letras, símbolos y sonidos, tres elementos que en conjunto pueden ayudar al desarrollo armónico de nuevas redes que compensarán las afectadas o que no se pudieron desarrollar.