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Los Niños siempre hacen preguntas… no se preocupe más de la cuenta ni los mal interprete

No son pocas las veces que los niños hacen preguntas que a los padres les pueden llamar la atención por no ser lo esperado, sobre todo aquellas que inducen a pensar que algo les podría estar pasando


Es normal y natural que los niños hagan preguntas que puede sugerir el contacto con temas que se consideran sensibles, con eventos catastróficos o con situaciones no deseadas (mucho a causa de lo que ven y oyen a su alrededor), pero son definitivamente los padres quienes extienden su preocupación hasta niveles a los que no hace falta llegar.

La pregunta general de muchos padres es: ¿está bien que un niño quiera saber de estas cosas? ¿debemos explicarle estos temas? ¿qué respuesta hay que darles? ¿cómo debemos hacerlo?… Muchos niños preguntan y preguntan, ¿de dónde vienen las cosas? ¿qué pasaría si sucede esto o aquello? ¿a dónde nos vamos? ¿por qué? ¿por qué? y otra vez ¿por qué?

Todos los seres humanos cuando somos niños por naturaleza somos curiosos, queremos saber, queremos entender el mundo que nos rodea, podríamos suponer que inconscientemente nos establecemos hipótesis, buscamos comprobarlas y nos formamos teorías sobre la vida, la muerte, la sexualidad, el amor, la familia… y muchos temas diversos. Esto es algo que se da de manera natural y sobretodo es más visible durante la infancia. Entonces y en resumen, ¿es bueno que los niños pregunten?

Definitivamente sí, las preguntas siempre son “beneficiosas” y una gran oportunidad para generarles confianza acercándonos a ellos. Las preguntas nos permiten ayudarles a contrastar la fantasía con la realidad, nos permiten ayudarles a construir ideas, teorías, creencias sobre las cuales edificamos nuestras vidas y sobretodo nos permiten aprender y compartir con ellos al dotarles de nuevos conocimientos. Los niños poco a poco van entendiendo que el mundo es complejo, variado, rico, y que bien pueden existir diferentes puntos de vista respecto a un mismo objeto.

Entonces, ¿por qué tenemos miedo si esto sucede? ¿por qué muchas veces no lo permitimos? ¿por qué ante sus preguntas nos angustiamos, no respondemos, buscamos distraernos y distraerlos dejando preguntas abiertas? Sin respuesta …

Lo primero que tenemos que hacer es reflexionar sobre nosotros mismos como adultos, pensar sobre ¿qué es lo que nos produce la angustia?, ¿tenemos miedo de que nuestro niño nos ponga a prueba? ¿tenemos miedo de que nuestro niño nos juzgue? ¿tenemos miedo de no saber la respuesta? ¿no sabemos cómo hablar de ciertas cosas?

Los padres no deben angustiarse y mucho menos transmitir ese sentimiento a sus hijos, los niños son niños, no son adultos pequeños, entienden el mundo desde sus habilidades infantiles, carecen de las capacidades de una persona mayor, simplemente quieren saber algo y lo dicen de la forma más clara y directa posible.

Cuando su hijo le haga preguntas, agradézcalo, esté tranquilo, relajado, siéntense cerca de él, mírele a los ojos y contéstele de una manera sencilla, simple, lógica, acorde a su edad. En caso de que no conozcan la respuesta bien pueden decirle “no sé” e invitarlo a buscar la respuesta de manera conjunta (por ejemplo: “¿qué tal si la buscamos en el diccionario? en la Internet? luego de que cenemos?”, haciéndolo de una manera divertida (nunca de forma académica, rígida ni autoritaria).

No sólo es importante que el niño tenga una respuesta lógica a su pregunta, sino también hacerle sentir que sus padres estarán atentos, le orientarán, le acompañarán en su viaje por la vida y sobre todo que les cuidarán y protegerán como solo ellos lo saben hacer.

Psicóloga Adriana Loaiza
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