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¿Son los niños y jóvenes de hoy muy intranquilos?

“Estense quietos”… ¿le suena esta frase? Niños y jóvenes que se califican de intranquilos, son la pesadilla de muchos profesores… pero hay que entender cómo funciona nuestro cuerpo y cómo podemos sacar el mayor provecho a lo que vemos como exceso de movimiento


Todo niño y joven sano se caracteriza hoy día por tener mucha energía. Esto se refleja lógicamente en el salón de clases, donde pasan como mínimo la mitad de su jornada diaria. Si a esto agregamos el compartir con un grupo de amigos donde se sienten cómodos y que tienen las mismas necesidades de movimiento, entonces encontraremos que hacer que se queden quietos será un objetivo bastante complicado.

Antes que nada hay que reconocer que el ser humano, y los niños y jóvenes especialmente, necesitan estar en movimiento. Debemos recordar que desde el momento que nacemos, es el movimiento el que nos ayuda a comunicarnos cuando aún no hablamos y esta forma de comunicación se va manteniendo a lo largo de nuestra vida (desarrollamos un lenguaje corporal).

Hay que romper el paradigma de que un niño sentado, con la cabeza baja y en silencio en su pupitre, es un niño que está aprendiendo. Brian Gatens, superintendente de las escuelas de Emerson, en Nueva Jersey, EEUU, comenta que: “En las escuelas a veces vamos contra la naturaleza humana al pedirle a los niños que estén quietos y callados todo el tiempo”.

No obstante, también se debe reconocer que el exceso de movimiento durante sesiones y clases magistrales debe ser regulado y controlado, pues de no hacerlo, los momentos de enseñanza-aprendizaje se volverían un caos con resultados totalmente negativos. Es por esta razón que actualmente, los sistemas educativos revisan sus estrategias para resolver este problema mediante la realización de actividades físicas que drenen y estabilicen las energías, acompañadas con descansos entre clases.

Estudios indican que ayudar a los jóvenes a equilibrar sus energías y a tomar breves descansos, contribuye a mejorar la atención y por tanto sus resultados en las asignaturas estudiadas. Está demostrado que la actividad física ayuda a formar nuevos vasos sanguíneos que sustentan a las neuronas de nuestros cerebros, haciéndolos más agiles para el aprendizaje. Un reporte de 2013 de la Academia Nacional de Ciencias estadounidense, llegó a la conclusión de que los niños que son más activos muestran más atención, tienen un procesamiento cognitivo más veloz y se desempeñan mejor en las pruebas académicas estandarizadas que los niños menos activos.

Como parte de las nuevas estrategias, las escuelas más vanguardistas están introduciendo también videos cortos entre clases con una duración entre 3 y 5 minutos que ayudan a niños y jóvenes a realizar pausas donde se mueven de forma organizada y divertida dentro del aula. Expertos indican, que por cada 5min de actividad, se ganan 45min de concentración, lo cual es una inversión pequeña para un rendimiento muy alto.

Vale la pena pensar entonces, si ante las situaciones de alto movimiento que se nos presentan en Escuelas y Colegios, estamos aplicando las estrategias y herramientas más adecuadas.